Este artículo es un poco diferente a los demás artículos que puedes leer en este sitio. Pero, aprender un idioma significa adentrarse más en ello, no solo en sus códigos, sino también en el modo en que están formados.
De hecho el origen y la historia de la lengua italiana es una parte de la cual nuestros estudiantes sienten curiosidad por conocer. Uno de los seminarios que se imparten en nuestra escuela trata sobre esto y se habla de igual manera en clase. Por lo tanto, propongo a continuación una pequeña síntesis de la historia de la lengua italiana, desde el latín de los romanos hasta nuestros días.
Comenzamos por los romanos. En todo el Imperio Romano la lengua oficial era el latín, lengua oficial para los escritos como documentos, juicios, etc. El pueblo continuó hablando la lengua madre de origen y muy a menudo hablaban una especie de latín muy influenciado por la propia lengua madre. Entre el tercer y el quinto siglo d.C. con la decadencia del Imperio Romano, la lengua va diferenciándose más y más de la lengua oficial. Este es el origen de las lenguas europeas occidentales. Por lo tanto, en España se habla el Hispano-latino, en Francia el Franco-latino, en Gran Bretaña el Anglo-latino, etc.
Con las invasiones barbáricas después de la caída del Imperio Romano en Occidente (476 d.C.) se tiene una definitiva fragmentación de la unidad lingüística en Italia. Los invasores, aunque aprendieron el latín, lo hablan a su modo, y algunas de las particularidades de su idioma entran en la lengua hablada en Italia. Por ejemplo, hasta la fecha usamos palabras de origen longobardo (Los Longobardos durante dos siglos reinaron en el norte de Italia del 568 al 774 d.C.). Palabras como: Ciuffo (Fleco), graffiare (arañar), guancia (mejilla), ricco (rico), scherzare (bromear), schiena (espalda), zanna (colmillo).
Después de la caída del Imperio Romano en Occidente, el latín permanece durante un largo tiempo en Italia, la única lengua utilizada en la comunicación escrita, la única que es utilizada en la literatura, en los documentos y en los lugares oficiales. Todavía en el año 1600, en las universidades de toda Europa, se habla el latín.
Los primeros documentos escritos en lengua vernácula, es decir, en la lengua hablada del pueblo en una región en específico y que ahora llamamos dialecto, son los "placiti", (es decir, juicios) de Cassino (Frosinone) del 960 d.C. Por ejemplo: “Sao ko kelle terre, per kelle fini que ki contene, trenta anni le possette Sancti Benedicti” ( = Sé que aquellas tierras, dentro de aquellas fronteras que aquí se describen, las ha poseído durante 30 años la abadía de San Benito.
La lengua vernácula escrita alrededor del año 1200 fue utilizada también en los textos literarios. Del 1224 es el famoso “Cantico delle creature” (Cántico de las creaturas) de San Francisco de Asís, escrito en vernáculo umbro:
Altissimu, onnipotente, bon Signore,
tue so’ le laude, la gloria, e l’honore et onne benedictione.
Ad te solo, Altissimo, se konfano,
et nullu homo ène dignu te mentovare.
Laudato sie, mi’ Signore, cum tucte le tue creature,
spetialmente messor lo frate sole,
lo qual’è iorno, et allumini noi per lui.
Et ellu è bellu e radiante cum grande splendore:
de te, Altissimo, porta significatione.
De ese mismo periodo son las liricas de los poetas sicilianos de la corte de Federico II de Suabia. Se inspiran en los poetas provenzales franceses y fundan en Palermo una real escuela poética en vernáculo (Dialecto) siciliano. La poesía de los Sicilianos tiene un éxito tal que de inmediato es imitada en Toscana.
En este momento la k se usa a menudo como alternativa a la c, -gn- es reproducido de varias formas (bagno, pero también bango, bangno, bannio, etc.) Aún se utiliza la h latina (homo, honore) y la conjugación et. Entre los artículos predomina Io (Io quale, Io frate). En el vocabulario entran numerosos francesismos: messere (signore), cavaliere (cabellero), scudiere (escudero), madama (señora), ostaggio (rehén), mestiere (profesión), pensiero (pensamiento), coricare (tumbarse).
Con los Árabes, que estuvieron en Sicilia desde el año 827 al 1091, y que tienen frecuentes intercambios comerciales con las ciudades marineras, llegan términos orientales, sobretodo del mundo marinero, económico y científico, como: Magazzino (Almacén), dogana (Aduana), darsena (cobertizo), arsenale (arsenal), tariffa (tarifa), ammiraglio (almirante), zenit (cenit), nadir, algebra, cifra, zero (cero), alambicco (alambique), sciroppo (jarabe), arancio (naranjo), albicocco (albaricoquero), carciofo (alcachofa), zafferano (azafrán).
El vernáculo comienza a tener una igual importancia respecto al latín gracias al uso literario.
Entre los dos vernáculos italianos más usados, el siciliano y el toscano, gana el toscano florentino. Esto debido a que en el giro de pocas décadas, aquellos que se convertirán en famosos escritores en vernáculo serían: Dante, Petrarca e Boccaccio, todos toscanos.
El primero es Dante Alighieri que decide escribir una obra colosal que trata temas entre la metafísica y la fantasía. La Divina comedia, Es su fantástico viaje a través del infierno, el purgatorio y el paraíso. Después, Francesco Petrarca que escribirá bellísimas y tiernas poesías de amor para su amada, Laura. Y al último, Fancesco Boccaccio que escribe el Decameron, recopilación de cuentos de tema humorístico/erótico. Los tres serán muy leídos por sus contemporáneos y tendrían mucha influencia, por emulación, sobre la lengua de los escritores de las demás regiones italianas.
En el 400 hay un regreso al latín a través del redescubrimiento de los clásicos griegos y latinos. Los humanistas, como se llamaba a estos estudiosos, encuentran textos que se creían perdidos y descubren obras de las cuales se ignoraba su existencia. La admiración por el mundo clásico crea el deseo de imitar a los escritores antiguos y el latín es considerado la única lengua noble para la literatura.
La situación de decadencia del vernáculo termina solo al final del siglo, cuando algunos de los grandes autores (Por ejemplo Lorenzo el Magnífico) creen otra vez en el potencial del vernáculo y lo usan en sus obras.
Alrededor del año 1470, con la difusión de la imprenta en Italia, se tiene una mayor circulación de libros, y se intenta buscar de nuevo las reglas fijas que vuelvan más estable la escritura correcta de las palabras. La puntuación es escasa y falta el apóstrofo.
Los artículos el e il se convierten en lo. En el imperfecto de los verbos comienza a aparecer el fin de la –o para la primera persona (io dovevo), sin embargo, en la lengua literaria prevalece aún la –a.
Es el siglo del gran debate de cual tipo de vernáculo se debe usar. Hay 3 propuestas principales: Algunos prefieren el toscano florentino de los grandes escritores del año Trescientos (Dante, Petrarca y Boccaccio), algunos otros creen que el italiano debe ser el conjunto de las palabras más elegantes de todas las lenguas habladas en la nación y por último está quien prefiere el predominio del toscano florentino moderno.
La primer propuesta es la que prevalece, por mérito de grandes escritores de ese tiempo como Pietro Bembo y Ludovico Ariosto.
La escritura en el año Quinientos sigue siendo en gran parte la latina, pero a partir de la segunda mitad del siglo la h, la x y el grupo ti en lugar de la z van poco a poco desapareciendo. La puntuación se hace más rica y regular, y la ortografía se vuelve más clara con la introducción del apostrofo.
Las guerras y las dominaciones extranjeras traen a Italia un gran número de francesismos y de españolismos. Muchos son, de igual manera, las palabras que Italia exporta por la supremacía italiana en el campo cultural y artístico.
Muchas son las innovaciones lingüísticas. La necesidad de maravillar al lector empuja a los escritores a inventar un gran número de metáforas cuestionables, a inventar nuevas palabras, mezclar palabras elegantes y otras de la vida cotidiana y práctica, convertir palabras del dialecto y extranjeras en vocablos técnicos.
Pero en algunos lugares el respeto a la tradición está todavía muy presente. En el año 1612 la Accademia della Crusca, aún hoy institución oficial de la lengua italiana, publica la primera edición de su Vocabulario, basado en la lengua usada por los escritores florentinos del Trescientos.
En el léxico entran muchas palabras nuevas formadas con la adición de prefijos y sufijos (-issimo, -one …). Del látin son extraídas muchas palabras científicas: Cellula (célula), condensare (condensar), iniezione (inyección), iperbole (hipérbolas), prisma (prisma), scheletro (esqueleto) y palabras jurídicas: agressione (Agresión), consulente (Consultor), patrocinio (Patrocinio).
Se difunde La Ilustración y el culto de la razón.
Los pensadores de la Ilustración se proponen llevar a todas partes la verdad y las luces de la razón, abolir las supersticiones y prejuicios para el mejoramiento espiritual y material de todos los hombres. Esto se encuentra de igual manera en la escritura, que ahora privilegia la utilidad del contenido respecto a la elegancia de la forma.
Entre los artículos prevalece siempre il delante a la z, pero dominan lo y gli delante a la s impura. En los verbos hay todavía una gran abundancia de variantes.
La fuerte influencia de la cultura de la Ilustración francesa determina la entrada en el léxico de un grandísimo número de francesismos.
El año 800 se caracteriza por la polémica entre Clásicos y Románticos. Los primeros, en contra de los abusos de los francesismos de los literatos del Setecientos, prefieren el regreso a la elegancia de la lengua de la tradición y la imitación de los clásicos. Los Románticos, a su vez, prefieren una lengua moderna y fresca, capaz de adherirse a la realidad del país, para convertirse en un instrumento hacia la unidad política de Italia.
El crecimiento de la burguesía media lleva al éxito la tesis romántica, debido a que profesores, médicos, notarios, técnicos y militares sienten la necesidad de una lengua de tono medio que sustituya el dialecto, ya sea por las exigencias de su profesión, o por la simple conversación.
Mientras la poesía permanecerá por mucho tiempo ligada a la tradición. El testimonio mejor adaptado sobre esto y representada por los Promessi sposi de Alessandro Manzoni, el cual, para la edición definitiva de 1840, adopta la anticuada lengua de la tradición, pero en el florentino hablado por la clase media de la ciudad toscana.
Con la unidad política, el Reino de Italia, inicia el proceso de unificación lingüística de la península. En 1877 llega la educación obligatoria durante dos años. Sin embargo, el analfabetismo es la mayor realidad: Hacia el final del año Ochocientos, la mayor parte de la población no es todavía capaz de leer y escribir, y habla solo en dialecto.
Entre los artículos se alternan il/lo y li/gli delante de la s impura y la z. Entre los pronombres se afirman, en parte por la elección efectuada por Manzoni en Promessi Sposi, lui y lei como sujetos en lugar de egli/ei y ella. En los verbos existen aún muchas variantes.
En la lengua italiana prevalecen los dialectos. En la primera mitad del siglo el analfabetismo, sobre todo por la escolarización y por obra de la radio y la televisión, se reduce drásticamente. De igual forma el lenguaje de la poesía sale de los vínculos de la tradición.
En la lengua hay mucha influencia del estilo periodístico.
La llegada de los anglicismos, determinada por el grande prestigio alcanzado en el campo científico, tecnológico y económico de los países de lengua inglesa, sobretodo de los países al otro lado del océano (Baby Sitter, bestseller, blue jeans, clacson, computer, guard rail, hostess, jeep, killer, pullover, rock, self service, spray, stop, supermarket, week end).
Si has leído estos dos artículos sobre la historia de la lengua italiana, ya has obtenido mucha información que muchos italianos no tienen. ¡Felicidades!
Comprobar tu nivel
Contáctanos
DI.L.IT. Soc. Coop.va rl. - Via Marghera, 22 Roma - P.IVA IT01094361001